Resulta curioso observar cómo en esta sociedad desde múltiples instancias se dificulta la visibilización de los musulmanes en la vida cotidiana, espacios públicos, educativos... y paralelamente los medios de comunicación muestran un recurrente interés en filmar y retratar al muslim en su espacio íntimo de oración (más que en un espacio conversacional convencional).
El mismo muslim que tiene grandes dificultades para hacer el salat en su trabajo, llegar el viernes a la mezquita para el salat yumua, celebrar las dos fiestas, adecuar su actividad laboral o académica con el ritmo del Ramadán, y no digamos ya si se trata de una musulmana con hijab, se quedará boquiabierto al ver cómo unas cámaras de televisión le graban en plena mezquita abarrotada un viernes mientras escucha la jutba del chej, reza en comunidad, posa su frente sobre la alfombra.
Existe un voyeurismo evidente en muchos periodistas, motivado quizá por la demanda social, que nos deja atónitos a algunos practicantes del din del Islam. En el mismo día, en la misma ciudad, estamos invisibilizados en público y a la vez filmados al detalle en un momento tan íntimo como nuestro salat.
¿Sorprenderá a alguien que el musulmán, ante esta situación paradójica, se sienta perplejo y opte por la discreción en privado, el no a las cámaras de televisión, y por proseguir en su lucha diaria, cotidiana, por una inscripción en el espacio público laboral-académico lo más normalizada posible?
¿Por qué temen a los musulmanes? ¿Será que les recordamos a Dios?
Musulmanes: visibilidad y voyeurismo
sábado, 7 de junio de 2008
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